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miércoles, octubre 20, 2010

RUBALCABA FOR PRESIDENT



Como no podía ser de otra forma, Zapatero, el presidente del gobierno, nos ha sorprendido con un ajuste ministerial de mucho más alcance del esperado, ya que se había hablado de una simple sustitución del ministro de Trabajo, Corbacho, que tiene fijadas metas electorales en Cataluña. Más que entrar a valorar este ajuste gubernamental creo que lo suyo es fijarse en el protagonismo que de pronto adquiere Rubalcaba, que además de conservar la cartera de Interior se hace con la vicepresidencia primera del ejecutivo, de la que sale malparada María Teresa Fernández de la Vega.

No dimitió Zapatero cuando debía, allá por la primavera pasada, y detrás de este reajuste se advierte un movimiento de gran alcance que colocaría a Rubalcaba como delfín y por tanto sucesor de ZP, si este al final tira la toalla, en poco tiempo o como mucho como candidato socialista a la Moncloa en las elecciones generales.

Lo de Rubalcaba, su ascenso imparable, era un secreto a voces. Su gestión, brillante, en Interior le avala y al tiempo le despega de un ejecutivo mediocre vapuleado por su mala gestión económica. Alfredo Pérez Rubalcaba es otra cosa. Político de enorme intuición y largo recorrido, experiencia, lengua afilada, y apariencia de seriedad y rigor. Quizá el mejor, por no decir el único candidato que tienen los socialistas para frenar la avalancha pepera. El as que seguramente guarda en la manga, y con él las esperanzas del PSOE de una remontada aparentemente imposible, puede estar en la decisión definitiva de dejar las armas de Eta. Una posibilidad que no es una quimera, que puede producirse en poco tiempo y que explicaría los extraños movimientos de las últimas semanas: desde esa luna de miel psoe-pnv a las insólitas declaraciones de Otegui y el distanciamiento de la izquierda abertzale de la dirección de la banda armada. Tal y como marchan las cosas, sería el único tanto que apuntarse, y que tantazo, bueno no solo para los sociatas sino también para el mundillo radical vasco y la banda terrorista, que tendrían que esperar muchos años más para encontrar una oportunidad como esta, si no la aprovechan y el PP entra a saco en la Moncloa.

Es un valor seguro Rubalcaba. Del resto de los cambios, poco que decir, salvo esa llegada a Exteriores de Trinidad Jiménez, la Hillary Clinton del proyecto socialista, pieza de recambio también para Zapatero, aunque después de las primarias madrileñas haya quedado un poco tocada.

Mientras tanto el PP se ha quedado un tanto desconcertado. Ha perdido los nervios en Canarias, rompiendo el pacto con los nacionalistas por sostener a Zapatero. Y, lo que es peor, dejando crecer en sus filas el cañí party, crecido por contar, entre otros, con la infatigable Esperanza Aguirre. Vamos a estar muy entretenidos las próximas semanas.


PD.- Y una excelente noticia: el hasta ahora presidente de la patronal, Díaz Ferrán, facedor de entuertos, maestro de quiebras y patrón del trabajar más por menos, no se presentará a la reelección. ¡Y se va de rositas!

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martes, octubre 19, 2010

EL PELIGROSO FILO DE LAS PALABRAS





En estos días, es difícil escapar al terrible ruido ultramontano que parece haberse apoderado de todos los foros. No ya de esa TDT espantosa, llena de tertulias a cual más aborrecible donde se abomina, se practica el escarnio mas crudo, se insulta y se dicen toda clase de memeces por parte de señores y señoras de apariencia respetable, los decentes de toda la vida. No ya de la vida política, enmierdada hasta límites insoportables por determinados portavoces, especialmente dos destacadas dirigentes peperas, que se llenan la boca con palabras como mentira y traición en todas y cada una de sus intervenciones, como si fueran los ingredientes imprescindibles para hilar su salsa de odio en la operación de acoso y derribo, que no oposición, al gobierno. No ya en esos casos, sino en la vida cotidiana. Y valgan

dos ejemplos de los que soy testigo:

Esta mañana, en una cafeteria, de la ruidosa algarabía de un pequeño grupo de (apacibles) ancianos, que cada día nos regalan su curiosa visión de lo que pasa, casi siempre todo malo y culpa de Zapatero, destacaba la voz entre jocosa y desencajada de uno de ellos que reclamaba una estaca con la que acabaría de una vez con todos y cada uno de los rojos.

El sábado, en una reunión de amigos-conocidos, una emuladora de Agustina de Aragón se envolvía en su bandera de la libertad para arremeter no ya contra los desmanes de Zapatero y su desgobierno, como subrayaba todo el rato, sino contra las leyes que iban contra le ética (la suya, por supuesto), las que obligaban a estudiar árabe (sic) en Andalucia, las que exigían a los médicos que asesinaran (aborto, claro) a los niños, y otra serie más de denuncias como el enriquecimiento ilícito de Bono, los trapicheos del gobierno con Eta, la destrucción de España con las concesiones a vascos y catalanes, y una serie interminable de lindezas.

Uno se queda atónito ante semejante descerebre, al que no habría que darle mayor valor si no fuera porque se ha convertido en un ruido insoportable, que crece de día en día. Y es que los ultras están salidos de madre, arremeten a voz en grito contra todo lo que no esté de acuerdo con sus criterios, protestan airadamente por todo y lo hacen armados de los eslóganes-titulares de ciertos medios ultras que cada día nos regalan soflamas a cual mas sonrojante. Están crecidos. Cada día más. Y la posibilidad de mantener un diálogo con cualquiera de esos ejemplares es un imposible. Lo sé por experiencia. Lo peor es ese atrincheramiento en la bandera recién descubierta de la libertad, que airean sin pudor alguno para defender con uñas y dientes su discurso. Libertad que, por supuesto, niegan a los demás para expresar criterios distintos y que usan a diestro y siniestro casi como un arma de destrucción masiva.


No son estos buenos tiempos. No ya para la economía. Sino para el debate político. No existe. La descalificación sustituye al argumento. El insulto, a la libre expresión. De ahí a la agresión física, ni medio paso. Y es que las palabras tienen, a veces, cuando de ellas se hace un mal uso, un filo muy afilado y peligroso.

Paz y salud

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martes, octubre 05, 2010

LA INTERPRETACIÓN DE LAS LEYES

Hay dos características especialmente llamativas de los gobierno de Zapatero en España. Son aparentamente contradictorias, pero están, extrañamente, ligadas. Una es la facilidad con la que ha dado pasos de gigante en la legislación que regula libertades y mejoras sociales. Otra la ambigüedad de los textos legales en las que se sustentan y, por ende, la interpretabilidad que de las mismas se hace. Y es que algunos de esos textos, aparentemente impecables, pretenden ser tan correctos para no molestar a nadie que al final cada cual los interpreta como mejor le venga a sus intereses. Y más en un país como este, donde el estado de las autonomías está convirtiendo en moneda corriente el retorcimiento de las leyes, la aplicación de las partes que sólo les conviene o la aprobación de añadidos que, en muchas ocasiones, retuerce el espíritu mismo de las leyes.
No hay más que recordar la nefasta redacción de la ley antitabaco, burlada acá y acullá, la ley de la Memoria Histórica, ignorada en muchas comunidades, la ley de la Dependencia, para la que no se quieren usar los recursos necesarios...o la nueva ley del aborto. Resulta que abortar en este país sigue siendo tan difícil como casi siempre; se ponen tantas trabas que casi es más fácil el recurso de largarse a Londres, y para eso más valía no haber legislado nada.
La última pifiada la tenemos en el gobierno de Castilla-La Mancha que amplía la objeción a la ley a más personal del que el propio texto recomendaba. Ha sido ese ejecutivo autónomo, de mayoría socialista absoluta por cierto, el que cede a las presiones del colegio de Médicos y mete en el saco a todo el que quiera objetar. Total, hecha la ley, hecha la trampa.
Hay algo que es difícilmente entendible, ese supuesto derecho a objetar y por tanto saltarse a la torera una ley aprobada por el parlamento de todos. Es un recurso del que cada vez se abusa más y resulta aún más incomprensible que hagan uso de él funcionarios públicos o trabajadores de la sanidad pública, es decir de la que pagamos todos. Quizá habría que recordar, aunque suene un poco demagógico, algunas cosas elementales: la ley del aborto no obliga a nadie a abortar, sólo protege el derecho de los que quieren libremente optar al mismo. Al ser ley, serían, sobre todo los centros públicos los que deberían extremar su cuidado a la hora de cumplir ese derecho, facilitando las cosas y manteniendo en todo momento el derecho a la intimidad de quien se quiere acoger al mismo. Pero resulta que en este país una cosa es lo que dice la ley y otra lo que ocurre cada día. Y así nos enteramos que en Cataluña y Madrid se viola el derecho a la intimidad, al identificar al paciente, cuando este pretende recobrar el dinero gastado en una intervención que deberá pagar en primera instancia. Sabemos que en Navarra, Castilla y León y la Rioja es de todo punto imposible abortar. Y ahora resulta que todo el personal sanitario de Castilla-La Mancha puede objetar y no participar en ninguna fase de la interrupción del embarazo.
Este empieza a ser un país de locos. Así que siguiendo esa locura, lo suyo sería hacer un registro públicos de los objetores y asegurarse que luego no van a colaborar en abortos en centros privados. Porque es más que sabido que es en lo público donde muchos se envuelven en la bandera de la moralidad y creencias para negarse a cumplir la ley, para luego hacer caso omiso a esos escrúpulos y practicar abordos en sus clínicas o en las que se sacan un extra.
No voy a entrar en la hipocresía moral de los susodichos. Pero sí me gustaría reclamar al gobierno que se deje de mandangas y haga cumplir las leyes. Y si no puede hacerlo, entonces que no legisle.
Y sí, ya sé que es demagógico, pero ¿puedo objetar a Hacienda?. Me encantaría y sobre todo tengo razones de peso: por ejemplo no quiero que vaya ni un sólo euro de mi bolsillo a la iglesia católica y demás sociedades afínes, ni al gobierno de Esperanza Aguirre, ni a las nucleares, ni a las visitas papales, ni al año compostelano, ni a....¿Puedo?



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lunes, octubre 04, 2010

MODELOS


Le voy a tomar prestado el título a Manuel Vicent. Lo era de su columna en el diario El País de ayer domingo, en la que vertía unas reflexiones que no se me han ido de la cabeza desde que la leí. Comparaba Vicent "las perchas de carne" que daban caderazos en la pasarela Cibeles, sí esa de moda y nuevas tendencias que tantas horas de televisión consume, con los jóvenes de diecisiete años que recogían su diploma de excelencia en un instituto de Madrid tras haber terminado el bachillerato internacional. Esos jóvenes, señala Vicent contienen hoy toda la seducción de la modernidad y tras haber realizado un esfuerzo extraordinario, habían estudiado ocho horas diarias, tenían las puertas abiertas en las universidades extranjeras.
Lo que más me llamó la atención del artículo de Vicent, es su reflexión final. Esa en la que apunta que hace bien pocos años era la izquierda la que apostaba por abrir puertas, la que propugnaba políticas de igualdad de oportunidades pero no para vacar, sino para lograr la excelencia y acceder, cualquier que fuera su origen, a cualquier centro de estudio prestigioso en el que dar rienda suelta a las posibilidades de cada cual. Pero hoy, escribe Vicent, es la derecha la que emite ese mensaje, esa ambición de facilitar las cosas a los suyos, emitiendo este mensaje: nuestros jóvenes a Oxfor y a Harvard; la izquierda que se quede con el botellón.
Es una reflexión tan lapidaria, que hace daño. Por real. Porque aquella política ambiciosa se volvió conformista. Sí, muchos jóvenes, de escasa posibilidades económicas, tuvieron y tienen acceso a la universidad, y se van de Erasmus por medio mundo. Pero muchos de ellos, y sobre todo las multitudes que pululan por nuestras crecidas universidades, abandonan pronto sus ambiciones y curiosidad y se dejan mecer por la desangelada cultura de botellón que inunda plazas y parques y que exportamos por Europa con la media sonrisa de un descerebrado orgullo.
La izquierda, y por extensión toda la sociedad española, tiene que repensar algunas cosas y recuperar ese impulso primigenio de igualdad de oportunidades, pero para mejorar, para ser ambiciosos y devolver a todos los ciudadanos una inversión cara y que debería ser nuestro mejor capital. Pero está claro que lo fácil es no abordar ese cambio de envergadura, que en nombre del sempiterno talante miremos comprensivos a esos miles de jóvenes que se entregan con tanta fruición a la mecánica del botellón, esa fiesta cutre que ha traspasado el fin de semana y se ha vuelto diaria. Demasiada jarana y poco trabajo. Así es imposible combatir el desaliento y la desesperanza de esas nuevas generaciones. Aunque hay una parte, precisamente la que impulsa la derecha desde sus centros y universidades privadas, que quiere comerse el mundo. Será la élite del futuro cercano. La mayoría, seguirá quejándose.

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