PATÉTICA BOTELLA

Estamos todavía con la resaca de la recién finalizada huelga de basuras y la alcaldesa de Madrid, por la gracia de Gallardón, Ana Botella. Ya se está metiendo en otro lío. A lo mejor es para despistar al personal y que se olvidan de su nefasta gestión del paro de la limpieza de la ciudad. Para la historia ya ha dejado otra retahíla de frases, a cual más torpe, culpando del paro a los trabajadores y otras lindezas a las que tan acostumbrados nos tiene, pero que ya apenas si logran provocarnos sonrojo. Al menos no tanto como su ridícula interpretación ante el comité olímpico internacional para defender aquel engendro de proyecto que pretendía traer los Juegos a la capital.
No sé por qué lo hará. Pero es difícil olvidar las calles atestadas de basura, sus silencios de primera hora y su incompetencia después cuando, decidida a actuar, no duda en saltarse las leyes, movilizar

ilegalmente a una empresa pública, contratar esquiroles a través de empresas de trabajo temporal y reventar una huelga legal, sin ni siquiera recurrir a los supuesto previstos por la municipalidad. Y para más inri la noche en que da la orden a sus huestes baja con el abrigo de pieles y los tacones a "supervisar" semejante aberración. Bueno, ya habrá quien la ponga en su sitio por estos desmanes, pero el ridículo en el que dejó a la ciudad y su consistorio, no hay quien lo evite. Y en estas estamos, todavía reponíéndonos, cuando a la señora y sus adlateres no se les ocurre otra que lanzar otra pedrada contra uno de los eventos que más dinero y nombre proporcionan a la ciudad: el día del Orgullo Gay. Ana Botella, más conocida como esa que hablaba de no mezclar peras y manzanas, tiene especial fobia a la exitosa fiesta, las creencias mandan. De ahí que haya propuesta sancionar a los organizadores con 160.000 euros, supongo que para ver si se desaniman de una vez. Y es que a ella más allá de las manifestaciones de la gente de bien y de las misas al aire libre de su amigo Rouco, todo le parece mal. Y está decidida a  librar a los vecinos de los ruidos de esos gais que se empeñan en hacer macedonia de frutas.

En fin, que ese icono del nacionalcatolicismo, de los sectores más rancios de la religión de siempre, vuelve a meter la pata, amenaza una de las celebraciones que más solera han cogido en los últimos años, atenta contra las arcas del empresariado madrileño ( que se levanta esos días unos cien millones de euros) y proclama que todas las protestas en realidad son un pulso contra ella. En fin, se lo tendría que mirar, pero seguramente ni su entorno político ni personal, que le va a decir el cavernícola Aznar, lograrán convencerla de que a veces callarse engrandece y que, antes de decir memeces o tomar decisiones estúpidas, bien le vendría asesorarse. Pero menuda es ella...

EL ADIOS DE RUBALCABA

Un catarro ha permitido a Alfredo Pérez Rubalcaba apartarse momentáneamente, descansar y, seguramente, disfrutar de las mieles cosechadas en su día triunfal de ayer, con el brillante discurso de cierre de la conferencia política del PSOE. Debe estar agotado porque echó el resto. Y se los metió en el bolsillo: a los incondicionales y a los dudosos y acalló, al menos por ahora, a los más críticos. Pero Rubalcaba ayer tenía motivos para darlo todo: lleva dos años terribles al frente del PSOE y culminaba su gran apuesta, la de dar un nuevo rumbo al partido, reforzar su poso ideológico, aunque sea volviendo a las raíces.

Y es que estos dos años ha tenido que bregar con las circunstancias externas y con el barullo interno. Y, aún así, el acto de ayer suena a despedida. Fue una victoria personal. La superación de un reto que se puso. Y, probablemente, en los próximos meses dejará el timón a otros, renunciando a las primarias.
Antes de que el PSOE perdiera las elecciones frente al PP de Rajoy, ya dije, en otra entrega, que Rubalcaba era el único que podía salvar del naufragio a los socialistas. No lo consiguió y perdió por mucho. Estaba lastrado por la que muchas consideran penosa última fase del gobierno Zapatero, del que formaba parte. Y pasó a dirigir un PSOE dividido, desmotivado y avergonzado. Paralizado ante una sociedad que volcó en esa formación toda la ira ante el desastre financiero y económico en el que se hundió el país, independientemente de que la crisis fuera mundial y afectara a otros muchos.
Aún así pensé y pienso, tal y como le ha definido Felipe González, que Rubalcaba es la cabeza más inteligente de la política española actual. Pero ha fracasado en lo fundamental, no ha conectado o mejor la gente ha desconectado de él. Es, sin duda, un teórico brillante, un hombre con una capacidad de trabajo enorme, con labia y capaz de golpear al adversario con contundencia. Pero le falta carisma. Solo  lo tiene entre los suyos. Y además cometió un error de bulto del que vamos a ver como va a salir el partido. Un error que le llevó a centrar casi todas sus energías en reconstruir el PSOE, en acallar críticas internas, en elaborar el nuevo programa.Se volcó tanto en ello que olvidó lo principal: a los ciudadanos. Esos millones de personas, muchas de las cuales votaban socialista, que de pronto se vieron solos sufriendo las arremetidas, en forma del recortes brutales, del PP de Rajoy.  Y el PSOE no estuvo ahí, con ellos, defendiendo las conquistas que, en buena medida, se habían logrado durante los gobierno socialistas. Y eso el ciudadano no lo perdona. En tiempos tan insufribles como estos, uno no se puede poner a mirarse el ombligo. Y eso es lo que hizo Rubalcaba

Por es el tiempo de Rubalcaba ha pasado. Ya tienen el programa. Ahora les falta un liderazgo que se vuelque con la gente, que explique el proyecto, que sume el partido a la movilización ciudadana. Alfredo esta vez pecó de orgullo y los ciudadanos pasan factura dándole la espalda.

Ahora solo queda ver si los aspirantes están a la altura del reto. El PSOE recupera esencias pero le falta lo principal: ganarse a la gente. Y no lo va a tener nada fácil. Tiempo al tiempo. Salud     

RAJOY, DIMISIÓN

Esto está cada día peor. Un presidente callado, encerrado, desbordado,aparentemente sin saber que hacer y su gobierno descontrolado, dando dentelladas a diestro y siniestro, con una falta de escrúpulos que pone los pelos de punta. Y es que no hay más que echar un vistazo a los últimos desatinos para llegar a una única conclusión: que este gobierno debe irse, y su jefe el primero por inoperante e inútil, o más en fino por falto de ideas.

Uno echa una mirada al país y da un vértigo. Chirrían ya las tonterías de Montoro, que parece que se ha chutado algo, con su euforia desmedida desde este verano pasado, anunciando a voz en grito el fin de la crisis y la sorpresa que se va a llevar el mundo mundial por la portentosa y velocísima recuperación que va a tener la economía española. Mosquean las peleitas del responsable de Economía, de Guindos, con Montoro y ahora con la cúpula bancaria porque pretendían nombrar a alguien que no le gusta, y para evitarlo retuerce la ley. Pero el que se lleva la palma en el señorito Wert, ese provocador incansable, con su metedura de pata con el recorte a los Erasmus, de la que apenas sale trasquilado, ventajas de ser calvo.
Preocupan los desplantes del titular de Industria, que no se moja en la crisis de  Fagor, anda a pachas con las eléctricas y no tiene la decencia ni de ir a dar el pésame a los familiares de los mineros muertos en León. Claro que para eso hace falta tener un par, después de las putadas que ha hecho al sector de la minería.
Y que contar de Ana Mato, empecinada en convencernos que la sanidad va que chuta, que todo es para mejorar, que todos estamos pero que muy bien atendidos, mientras aumenta los copagos, amenaza con cerrar unidades de trasplantes, recorta servicios de ambulancias y tiene al personal al borde del colapso.
De las bravuconadas del ministro de Exteriores con Gibraltar mejor ni hablar. Y el resto de los ministros, aparte del pintoresco titular de Agricultura, para que hablar. Imitan a su jefe, están como desaparecidos mientras meten la tijera aquí y allá y lo dejan todo hecho unos zorros.
Claro que Rajoy no tiene altura. Basta ver como está llevando lo del caso Gürtel-Bárcenas-financiación ilegal del partido para darse cuenta de que  es un irresponsable incapaz de afrontar hechos, buscar soluciones y tomar decisiones, por ejemplo la de dimitir por todas las cosas que pasaron en su partido: si   no se enteró malo, pero si está pringado, peor.
Y con ese presidente maniatado e incapaz está en pleno auge el desafío separatista catalán. Como no podía ser de otra manera, o como es natural, como le gusta decir, no sabe que hacer más que callar y mirar para otro lado a ver si pasa la tormenta.
Pero no. No amaina. NI la situación económica mejora. Y su gabinete es una jaula de grillos cada vez mas resabiada.
Le falta talla. Asi que, por favor, señor Rajoy ¡Váyase!. Dimita de una vez.