LA PAZ DE LOS DÉBILES
Esta foto es de la semana pasada. He tenido el privilegio de pasar unos días en Israel y ver desde ese país algo de los territorios palestinos. Del sinfín de fotos que he hecho he elegido esta de Jerusalén, porque al fin y al cabo es el meollo de todo el conflicto. Tuve oportunidad de conocer, de primera mano, y por tanto interesada, la opinión de los israelies, su preocupación (¿exagerada?) por su seguridad, su obsesión con el terrorismo, el cómo abordan la cuestión palestina, su dibujo de Irán como el país más peligroso para ellos y para el mundo. Es una versión parcial claro, pero comprensible si uno vive en ese territorio, como lo es cuando pasas a territorio palestino y ves su sufrimiento, su humillación, su desamparo, y también su odio.
Estos viajes le permiten a uno comprender la complejidad y la gravedad de un conflicto que arrastramos desde hace más de sesenta años. La desesperanza que embarga a ambos pueblos. Y ahora, el escepticismo ante la última de Bush. Siempre es bueno que ambas partes hablen, llevan más de siete años casi sin hacerlo. Pero es ingenuo, por ambicioso desconocimiento, querer establecer la paz en la zona y en solo un año.
Son las cosas de Bush. Le hemos visto en Annapolis luciendo su mejor sonrisa y seguramente convencido de que su etapa de pato cojo no le impedirá alcanzar lo que otros no consiguieron: la paz en Oriente Próximo. Es verdad que su amiga Condolezza lleva meses paseándose por la zona, pero no sé si es que se le ha atragantado tanta entrevista o si los cristales blindados de su coche oficial no le permitieron coscarse de la realidad.
Hemos visto la foto, las imágenes de Bush. Olmert y Abbas. Sonrientes. Firmando un acuerdo que saben que no pueden cumplir. La paz en un año es una quimera. Y lo saben bien porque todos están tocados. Bush, porque está a poco más de un año de dejar para siempre la Casa Blanca. Olmert, porque entre escándalo y escándalo, apenas puede mantener la coalición gubernamental y su popularidad anda bajo mínimos. Y Abbas, conocido por allí como Abu Mazen, porque no es ni la sombra de Arafat, es discutido incluso dentro de Fatah y sobre todo no tiene nada que hacer en Gaza, en manos de sus enemigos de Hamás.
Vistas las cosas con perspectiva (conferencia de Madrid, acuerdos de Oslo y Camp David...) está claro que los precedentes, algunos trabajados con mucho más tiempo y detalle, no han servido para nada. Por eso lo firmado en Annapolis, cuyas expectativas han querido rebajar sus mismos protagonistas, señalando que sólo es el marco para empezar a negociar, no despierta ilusión alguna en Oriente Próximo. Hay ansiedad, sí, pero no para firmar cualquier cosa. Se reconoce ya el derecho de los palestinos a tener un estado cuanto antes, pero se sabe que no será factible si no hay un acuerdo global en la zona. Y para ese acuerdo hay que contar con Siria, con Hezbollah y con Hamás, y con su padrino Irán.
Me temo que hay que ser pesimista, para ver si así nos sorprende la historia, y el tonto de la película se sale con la suya y de rebote trae la paz. Que así sea.
Salud
Etiquetas: ANNAPOLIS, bush, ISRAEL, JERUSALEM, JERUSALÉN, PALESTINOS
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