APESTA

Cuando llega el verano suele llegar el momento de variar algunas cosas en casa, como por ejemplo retirar las alfombras. Una cuestión de higiene muy necesaria, y no sólo por los ácaros. Se corre el riesgo de que al final desprendan mal olor, y no digamos lo que podríamos encontrar debajo. Pues este verano, y en esta España, parece que casi todo huele muy mal. Apesta, en realidad. La crisis económica sigue siendo el principal azote. Nos vapulea a todos, sobre todo a las capas sociales más débiles y tiene contra las cuerdas, un día si y otro también, al gobierno. Zapatero es desde hace tiempo un cadáver político y el olor de Moncloa empieza a ser insufrible. Retrasar el entierro no sirve de nada. Igual la demoledora tribuna que hoy le dedica en El País, Juan Luis Cebrían, bajo el título "Esta insoportable levedad" puede llegar a ser determinante. No en vano estamos ante uno de los gurús ideológicos del ala financiera socialdemócrata, que ve llegada la hora de pasarle factura al presidente que le salió rana.

Más allá de esas perfidias de salón, lo que está claro es que la hora de Zapatero pasó, que la de Rubalcaba no se sabe si llegará y que todo parece vano si lo que se trata es de evitar la llegada de Mariano Rajoy y su marea azul a la Moncloa.

Lo curioso es que el Partido Popular, que tiene la Moncloa a punto de caramelo, siga cometiendo frivolidades como la de su portavoz económico, el inefable señor Montoro, que hoy ha echado más leña al fuego, quiero decir a los especuladores, al soltar esa frase hecha de que el gobierno nos engaña y nada menos que en las cuentas. O lo que es lo mismo que se van a encontrar cuando lleguen al ejecutivo con un agujero de dimensiones colosales. Flaco favor le hace no ya al gobierno de Zapatero, sino a la credibilidad española ante los mercados internacionales. Pero ya sabemos que de tacto el PP, nada de nada....

Pero lo que mas sorprende a estas alturas es el empecinamiento del líder Popular, Mariano Rajoy, en esconderse y no afrontar los escándalos que sacuden a su partido. La peste que llega desde Valencia es insoportable. Y tiene nombres y apellidos, empezando por el señor Camps, a puntito de sentarse en el banquillo. Pero ni con esas. Imputado y todo a don Mariano no se le ocurre que por decencia democrática, imagen o por simple interés electoral, lo suyo es que obligue a dimitir a Camps y acompañantes, agarrados patéticamente a sus sillones aparentemente convencidos de que han sido absueltos por las urnas. Y eso, señor Rajoy, no vale. Pobres de nosotros si usted llega al gobierno con esos lastres. La que nos espera. Sería institucionalizar la corrupción y, seriamente, creo que este país no se merece eso.

Salud