ZAPATERO MARTIR

Hay políticos que en su engreimiento, en su convencimiento de que actúan como tienen que actuar, no ven nada o casi nada de lo que pasa alrededor, o, peor, no les importa. Motivados por buscar un puesto en la historia, la que les condenará o absolverá, son incapaces de escuchar a los ciudadanos, de poner los pies en la tierra y enterarse de una vez de que va la realidad, incluso cuando algunos dirigentes de su partido ya han abandonado el peloteo y le discuten abiertamente sus decisiones.

Es Zapatero. Como casi todos los presidentes que pasan más de cuatro años en la Moncloa, ZP vive en su mundo. Sorprendido por una crisis económica que no vio o no quiso ver venir, pasó luego a convertirse en el primer guerrero contra la misma, armado de recetas liberales y aplastando en su paso lo que fuera necesario para vencerla. Un coste muy pero que muy alto para tan pobres resultados, porque lo de devolver las cosas a la situación anterior era un imposible y parchearlas para que todo siguiera como si no hubiera pasado nada, solo ha dejado una sociedad más empobrecida, unos bancos más usureros y una desconfianza generalizada entre la población.

El palo electoral del domingo parece que no ha hecho mella en la determinación de Zapatero. Sigue dispuesto a inmolarse por un bien superior que los ciudadanos, tontos como somos, no alcanzamos a ver. No le importa haber dejado a su partido hecho unos zorros y avanzando peligrosamente hacia una batalla interna que se adivina muy sangrienta. No le importa que más de un millón de ciudadanos le hayan dado la espalda sin disimulos. No le importa lo movilización popular en torno al sanísimo movimiento del 15-M. No le importa que casi todas las autonomías y ciudades importantes del país hayan caído en manos del PP.

ZP tiene una misión. Sigue en sus trece. Quiere agotar la legislatura con las mismas recetas de la derecha, que bien podría aplicar Mariano Rajoy. No le importa el coste, sino salvar a España.

Y ese empeño de salvar a España suele acabar fatal. Pero no importa....Ha asumido el papel de martir, de incomprendido, confiado en que la historia hará justicia. ¡Qué penita y qué desgracia!.

Salud