NUCLEAR NO, GRACIAS

Con medio mundo conteniendo la respiración, tras la segunda explosión registrada en la central de Fukushima, era inevitable la reapertura del eterno debate sobre las virtudes y pecados de esa energía tan supuestamente límpia, y tan cara, digan lo que digan, que es la nuclear. El terrible terremoto y tsunami de la semana pasada en Japón ha puesto en evidencia la fragilidad de unas instalaciones de cuya seguridad tanto se alardea y la incertidumbre ante los efectos que pueda tener un accidente? o un imprevisto como el ocurrido ahora.

Llama la atención que un país como Japón, que sufrió como ningún otro los males de las bombas atómicas hubiera apostado por tener tantas centrales nucleares, siendo además, como es, territorio propicio para fuertes terremotos. La supuesta energía barata y límpia va a salir carísima y terriblemente contaminante y con unos efectos sobre la población que seguramente nunca conoceremos con detalle.

La tragedia japonesa, y sobre todo las explosiones en las centrales, cuyo alcance real seguramente no sabemos, deja con el culo al aire la fragilidad de las infraestructuras , aunque sea en uno de los países más desarrollados del mundo y supone un contratiempo para los impulsores de las energía atómica, últimamente muy activos en Europa. No digamos en España, donde el gobierno, como un san Pablo cualquiera, se ha caído de la burra y de pronto ve todo tipo de ventajas en la energía nuclear, azuzados por ese extraño ministro de nombre Sebastián. Que decir de la oposición pepera, que se ha tomado el cierre de Garoña, central idéntica a las japonesas afectadas, como su Numancia contemporánea. Y para que hablar de los ex presidentes Aznar y González, metidos ahora a propagandístas de eléctricas y gasísticas que con su juicio preclaro son peligrosos, en interesados, conversos de la causa nuclear.

Puede sonar demagógico que en plena tragedia japonesa desempolvemos las viejas banderas, pero no hay otra. Asi que NUCLEAR NO, GRACIAS.