IRA ÁRABE
Cuando todavía no se ha aclarado la situación en Túnez, tras los tumultuosos e inesperados acontecimientos de las últimas semanas que culminaron con el derrumbamiento de la dictadura de Ben Alí, la atención se vuelve ahora hacia los países vecinos. Parece que Argelia, a base de dar marcha atrás, ha logrado calmar el conato de revuelta, pero no está claro lo que puede ocurrir en Egipto, el país más importante del norte de Africa.
Para hoy hay convocado un día de acción, a través sobre todo de internet, dirigido directamente contra Mubarak y su gobierno, y que cuenta con el apoyo de parte de la oposición, aunque no de los Hermanos Musulmanes, la fuerza islamista con mayor predicamento en el país, que seguramente espera agazapada la evolución de los acontecimientos.
Egipto no es Túnez, ni la dictadura de Mubarak es tan débil como la de Ben Alí, pero el grado de insatisfacción popular es similar, las carencias democráticas idénticas, y el malestar de fondo igual. La convocatoria es contra la tortura, la pobreza, la corrupción y el paro. Razones más que suficientes para movilizar a miles de personas, si es que el miedo no les bloquea porque la policia y fuerzas antidisturbios tienen fama de actuar sin contemplaciones en ese país. En todo caso, y si las previsibles revueltas se producen finalmente, el golpe al régimen de Mubarak sería de envergadura y tendría consecuencias imprevisibles para la principal fuente de ingresos del país, el turismo.
A la espera de lo que ocurra en Egipto, Líbano vuelve a estar al borde del colapso, con la prevista elección de un primer ministro salido de Hezbollah, tras la crisis de gobierno de primeros de mes, al romperse el ejecutivo de coalición por las diferencias sobre la investigación que la ONU lleva a cabo sobre el asesinato de Rafik Hariri, jefe de gobierno en 2005. La anunciada elección de un primer ministro de Hezbollah, por tanto chiíta, rompe el pacto constitucional que reserva ese puesto a los sunies, el de presidente del país a un cristiano maronita, y el de presidente del parlamento a un chiíta. Desde anoche las calles de Trípoli, Sidón y algunas zonas de Beirut son escenario de la rabia suní que, de desbordarse, podría conducir a un gravísimo enfrentamiento, la enésima guerra civil en el país.
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