BHOPAL: DE ROSITAS

Sí, de rositas se han ido los responsables del mayor accidente industrial de la historia, si dejamos a un lado la explosión de Chernóbil. La explosión del tres de diciembre de 1984, en la factoría química de la multinacional norteamericana Union Carbide, es una de esas vergüenzas que se han querido tapar con dinero y que la justicia, lenta hasta desespera, no ha sabido resolver. Ventitres años después de iniciado el juicio, condena a siete antiguos responsables, todos indios por supuesto, a dos años de prisión y a pagar unas indemnizaciones ridículas. Todos ellos tienen más de setenta años y la probabilidad de que pisen la cárcel es prácticamente nula. Ningún dirigente de la multinacional norteamericana fue procesado.

La catástrofe criminal de Bhopal ocurrió a primeros de diciembre, hace casi ventiseis años, cuando se produjo una fuga de gases de la planta química que, en pocas horas dejó más de tres mil quinientos muertos y decenas de miles de heridos en la ciudad india. El horror no había hecho más que empezar, porque en años sucesivos más de quince mil personas murieron, como consecuencia directa de esa fuga, aunque otras fuentes elevan la cifra a venticinco mil. Decenas de miles de personas quedaron marcadas para siempre con todo tipo de enfermedades, muchas de ellas imposibilitades de por vida para trabajar.

Los afectados y sus familias llevan más de veinte años reclamando justicia y el resultado es desesperante, tras la sentencia conocida ahora.

La factoria de Union Carbide en Bhopal esta cerrada, y la multinacional norteamericana Dow Chemicals, que compró la compañía da por cerrada la historia, ya que hace veinte años pagó 470 millones de dólares por daños al gobierno indio. En el lugar donde estaba la planta todavía quedan residuos tóxicos letales, algo que no parece preocupar a ninguna autoridad de las llamadas competentes.

Estamos ante una de esas injusticias que hacen hervir la sangre, por cebarse además con los más débiles, con los desposeídos, en un país que sabe tanto de miseria. Y lo lamentable y terrible es que los auténticos responsables, decía, se vayan de rositas.