ESPAÑA LA GRIEGA

Se han pasado las últimas semanas asegurando, y repitiendo hasta la saciedad, que España no es Grecia, ni mucho menos. Todos no. Rajoy tiene su propio discurso, ininteligible a estas alturas pero con su especial agudeza ya barruntaba algo. Bueno, pues si no es Grecia se le parece bastante. Sino a qué vienen medidas tan desmesuradas. Me refiero al recorte anunciado ayer por el presidente Zapatero (qué ojeras, oiga) en sede parlamentaria entre el cachondeo de la bancada popular y las caras de circunstancias de los sociatas. Como nuevo San Pablo, Zapatero se ha caído del caballo, más bien del burro, en el que durante meses intentaba sostenerse con la sonrisa de que aquí no pasa nada y que recortes sociales para nada. Al final le debió doler mucho el culo de tanto intentar mantener el equilibrio, y se dejó caer. Menudo batacazo político y menuda leche ( por no decir ostia) al personal.

Bueno. Aquí hay algo que no cuadra. Si tenemos los bancos más sanos del mundo, sí nuestro deficit público está por debajo de la media europea, si estamos creciendo, si.....¿a qué viene semejante tijeretazo?.¿No será más bien que siguen con sus cuentos y no nos dicen la verdad?.

Más allá de las operaciones de los especuladores (ya se sabe, malos malísimos) algo gordo debe haber, todavía oculto, para que media Europa se ponga como loca a recortar sueldos, presupuestos, inversiones y acumular un bote supermultimillonario por si las moscas, y no contar lo que realmente pasa. Vamos, hombre, que por unos cuantos envites especulativos no puede ser que se derrumbe el euro y con él varios estados europeos.

Está claro que lo del euro fue un invento bueno pero sin terminar. Es difícil hacer creíble una moneda sin tesoro propio y sin política económica y fiscal común. Cuando hay bonanza todo va sobre ruedas, pero cuando pintan bastos se ven las flaquezas. Así que de lo que aquí se trata es de poner orden interno, terminar lo que se tenía que haber hecho hace diez años, avanzar en la política económica y financiera común y poner orden de una vez, sin excepciones (tan poco para los países grandes, que recordemos Francia y Alemania estuvieron entre los primeros en saltarse el déficit).

Pero más allá de esa gran política, tenemos que fijarnos en lo que pasa aquí. No es razonable que un presidente del gobierno se pase durante meses trazando líneas rojas, arropándose en el no pasarán, apostando por las prioridades sociales como fórmula para combatir la crisis, y oponiéndose a las medidas que le recomendaban los mandamases del mundo financiero. Porque está visto que resistirse, a falta de alternativas claras, solo empeora las cosas. Y ahora, vencido por los mercadas y presionado por los que mandan en Europa y Estados Unidos, tuvo que poner buena cara (es un decir) y recular y pasar por el aro. Hombre, presidente, no nos lo pone fácil. No es creible. Lo suyo sería que dimitiera, pero como aquí no hay costumbre ya se sabe que no lo hará. Sería lo coherente. Y no para entregarle el poder a Rajoy y Cía (válgame el cielo), sino para abrir paso a alguna vía interna que remodele el discurso, diga la verdad de lo que pasa, y entre todos nos propongamos salir del paso.

Pero como eso no va a ocurrir, pues ya está aquí lo que tanto temía. Habrá movilizaciones. Claro. No podía ser de otra manera. Burlas, las justas. Ya sabemos que al final tendremos que pagar, como siempre, los mismos. Pero ya basta de callarse. Esta vez, no con nosotros.