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viernes, abril 19, 2013

¿PARAÍSO ALEMÁN?, NI DE COÑA.- Entrega 2

 Henos aquí de nuevo. Animadillos porque la primavera ha llegado arrasando y en plan generoso. Vamos que hemos pasado de un dígito a superar los veinte grados, así sin preparación. Pero es una gozada. Lo que antes estaba yermo ha florecido y los árboles y el verde, con los pajaritos cantando, cambian la faz de cualquiera. Éa, que me aparto de lo que aquí me trae.
Sonríen estos días más los aborígenes. Se les ve otra cara y enseguida se ponen de verano como si ya hubiera llegado. Los parques se llenan de gente tomando el sol, de niños jugando, de bicicletas (estas empiezan a ser un coñazo, son las reinas de la ciudad y apártate por la cuenta que te tiene) y hay como una alegría contagiosa (¡lo que hacen tantos meses de frío!). Así que aquí andamos, pateando la ciudad y fijándome en cosas que hasta ahora me pasaban casi desapercibidas. Quizá porque estaba acostumbrado a verlas como algo habitual en Madrid y no me chocaron . Pero sí, aquí también hay gente tirada. Mucha. En el paraíso no todo es de color rosa. Hay gente pidiendo a la puerta de los supermercados, gente, mayor y muy joven, que te aborda por la calle, o gente que se sienta con carteles pidiendo ayuda en cualquier parte. Y no sólo hay rumanos o gente de la depauperada Europa oriental, también muchos alemanes y, repito, de todas las edades. Y de pronto me sorprendo porque se supone que este es un país con una buenísima cobertura social, y con una tasa de empleo altísima, vamos que el paro, oficialmente, apenas pasa del cinco por ciento.
Pero, como siempre, una cosa son las estadísticas y otra la realidad cotidiana. Y aquí también hay miseria y mucha gente que vive al día, con sueldos  raquíticos, con los que apenas cubren  las necesidades básicas. Y es que, no hay que olvidarlo, el nivel de vida es caro, y como estés por debajo del umbral medio no está la cosa para alegrías. Trabajo hay. Solo hay que abrir cualquier periódico y te encuentras con páginas y páginas de ofertas de trabajo, algo que en España apenas recordamos. Pero otra cosa es la calidad de la oferta, es decir de los empleos ofrecidos. 
Con las estadísticas oficiales en la mano resulta que en este país trabajan más de cuarenta millones de personas, algo más de la mitad de la población. Muchísimos con buenos empleos, buena cobertura social y unos salarios que les permiten un buen nivel de vida. Pero hay una parte significativa del pastel que no es tan bueno. Hay nada menos que siete millones de los famosos minijobs, es decir empleos por horas o días, pagados francamente mal y que o bien sirven para completar pensiones u otras rentas, o bien para contribuir con algo a la renta familiar. No suelen pasar de los quinientos euros, y de ahí para abajo, no cotizan a la Seguridad Social y tampoco pagan impuestos. Así que no le acabo de ver las ventajas a semejante modalidad, más allá de aliviar la situación de muchos para ir tirando y cubrir el mínimo.


Por eso, españolitos que estáis pensando en veniros a estas tierras a buscar lo que no hay en España, que nadie se llame a engaño. Hay trabajo. Supongo que algunas ofertas son buenas o muy buenas, sobre todo si tienes formación alta, y hablas alemán o al menos inglés casi como un nativo. Pero bajando de ahí las oportunidades son mínimas y el puesto al que se puede acceder va bajando de nivel de manera proporcional a tu desconocimiento del alemán. Es cierto que hay buenas escuelas municipales para hacer cursos de inmersión y que los cursos pueden tener precios razonables e incluso muy baratos si se trata de modalidades de integración, pero mientras tanto hay que sobrevivir y la cosa no resulta fácil.
Como decía hay mucha oferta de trabajo. Cuando bajas al detalle, la mayoría son de unas pocas horas y de pocos días a la semana. Los que abundan son anuncios como este de la multinacional KFC, de escasa exigencia y acessibles sin un conocimiento suficiente del alemán. Pero hay que hacer bien las cuentas. Porque la hora se suele pagar entre ocho y diez euros, los alquileres son caros y el coste de la vida en general también. Así que no es tanto saber si compensa o no trasladarse aquí para buscar futurosino preguntarse si para esa primera etapa se pueden conseguir recursos suficientes para sobrevivir.
Y hablando de estadísticas, con esos datos que tanto le gustan a nuestra entrañable Angela, además de los minijobs hay más de un millón de personas que se ven obligados a trabajar como autónomos sin serlo exactamente: es decir, les contratan pero tienen que hacerse cargo de todos los gastos: seguridad social e impuestos. Así que aquí los que realmente están encantados son los empresarios, que por cierto, en los últimos diez años han aumentado sus beneficios una media del cincuenta por ciento mientras los salarios medios han perdido más del uno y medio por ciento de poder adquisitivo. Es la revolución Merkel. ¿De verdad la vamos a comprar?
Salud

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