DESESPERACIÓN

Hoy voy a retirar la mirada de este escenario patrio, porque la desfachatez del presidente valenciano, Camps, presunto implicado en la trama corrupta que se lucraba a costa del herario público a base de contrataciones a dedo, sobreprecios y comisiones, me pone de los nervios. Sobre todo cuando intenta justificar su inocencia, también presunta, no lo olvidemos, presumiendo del gran apoyo electoral que tiene.
Por eso vayamos a cosas importantes. Como la tragedia de la inmigración.

Aún no repuestos de la terrible muerte de más de veinte inmigrantes a sólo veinte metros de la costa de Lanzarote, y la mayoría menores, nos llega otro susto desde Italia. El incendio de un centro de recogida forzosa de inmigrantes en Lampedusa, isla de tanto sabor literario en otros tiempos. Al parecer la desesperación de un centenar de tunecinos, condenados a la repatriación inmediata, les llevó a prender fuego al edificio. Tarea más desesperada que útil, ya que posiblemente acelerará su partida, ya que el gobierno del peculiar Berlusconi no se anda con chiquitas.
La llegada de esos inmigrantes, más de treinta mil anuales sólo a través de la minúscula Lampedusa, isla italiana situada a pocas millas de Túnez, no se ha frenado a pesar de la tan cacareada crísis económica que nos sacude a los países ricos. Porque mucho de ellos, algunos sí sabran algo de la crísis, siguen pensando que en esta parte del mundo todavía se está mejor que en sus países de orígen. El problema de la inmigración, con todas sus aristas e interpretaciones, puede agravarse aún más, de hecho, ya que la crísis a a suponer un recorte importante de los recursos que los ricos dedicaban hasta ahora a la ayuda internacional. Y no digamos a las inversiones teóricamente productivas que podrían crear trabajo en esos países.
La desesperación no entiende de fronteras ni otros desafios en forma de barreras, así que en esta parte del mundo deberíamos seguir pensando fórmulas para superar la crísis económica, pero que lleve aparejadas otras, en paralelo, para aliviar el drama de tanta gente.
Salud