JAPÓN, MODERNIDAD

Bueno, vamos, en principio, con la última entrega sobre las primeras impresiones del viaje a Japón. Si en la anterior hablaba del soberbio respeto a la tradición, en esta hay que señalar lo que casi todo el mundo sabe, que hablar de Japón es hablar de uno de los países más desarrollados del mundo, de la segunda potencia mundial, de un país puntero y con gran ventaja en el mundo tecnológico. Van muy por delante y nos venden todo lo que inventan, copian o mejoran. ¿Cómo combinar ese avance continuo con la tradición?,¿cómo lograr que su impacto no afecte a la tradicional armonía de la sociedad japonesa?. Pues parece que tienen no sé si la respuesta, pero sí respuestas. Ejemplo: en lo que es el uso de los teléfonos móviles van muy por delante; no sé exactamente en que tipo de tecnología, pero lo de ver la televisión por el móvil, chatear,etc es algo corriente y utilizado por el común de los nipones. Sin embargo sus calles, sus medios de transporte o los sitios públicos en general no son lugar de exhibición, ni tiene como fondo la chicharra de los politonos, ni se asiste involuntariamente a las conversaciones de los demás. Apenas usan, en modo voz, el teléfono móvil, lo llevan practicamente siempre en modo silencio y, alucinante, está prohibido usarlo en restaurantes y numerosos transportes públicos .¿Os imagináis algo así aquí, en esta Unión Europea a la que se le ocurre ahora autorizar el uso en los aviones, como si fuera algo imprescindible?. Es lógico lo de la restricción porque no me quiero ni imaginar lo que serían los atestados lugares públicos de Tokio u Osaka con todo quisque hablando por el móvil o deleitándonos con los politonos.

Pero la modernidad tiene otras muchas caras. No solo la de las nuevas tecnologías. Está en las apuestas de desarrollo urbano de Tokio y de Osaka: proyectos a gran escala en los que arriesgan y, a veces, construyen más de un esperpento.

Y modernidad está también en el modo de ir por la vida de los jóvenes. Con una estética muy local, remezcla de otras, pero distinta a la occidental, atrevida y desde luego despejada de cualquier complejo.

Japón es muchas cosas. Las luces de neón dando alegría a las calles, las tiendas puestas hasta el último detalle, la innovación tecnológica constante, la envidiable red ferroviaria, con esa joya de tren bala que les planta en un momento en cualquier parte del país...Es, en todo caso, una modernidad que piensa en plura, y eso, entiendo, ens lo mejor de todo y lo que , por una vez, deberíamos imitar.

Salud