CRUCE DE NAVAJAS

Dicen todas las encuestas que Zapatero se impuso, por poco, a Rajoy en el debate de anoche. Los diarios, según su tendencia, dan ganador al suyo, y abriendo sus webs a los comentarios revalidan esa tendencia. A mí, la verad, me pareció un coñazo. Tanta murga que nos estuvieron dando durante más de una semana, para esto. Fue todo tan frio, tan aséptico, tan medido, que hasta a las descalificaciones les faltaba el brio necesario para creérselo.
Ví debates anteriores y este ha confirmado lo ya sabido, que la fórmula no funciona. Un debate no es eso. Un debate es un intercambio ágil, dinámico, un punto agresivo, de ideas sin tiempos medidos, sin planos pactados, sin tantos papeles ni tanta historia, con terceros (pueden ser periodistas, por qué no) que hagan preguntas, que repregunten hasta la extenuación. Porque esa sería la única forma de evitar que se vayan por la parra, que cada uno suelte su discursito de siempre y aquí paz y después gloria.
Lo que vimos anoche no fue un debate. Fue a un tipo de ideas fijas, tres y no le daba para más, que decidió apuntar el cuerpo a cuerpo a tres puntos vitales: corazón (terrorismo) bolsillo (economía) y cabeza (inmigración). Se lanzó a ello con una serie de frases hechas que, por repetidas, provocan el bostezo. Y eso que las revistió de un aire más bien agresivo y siempre descalificador, sin alternativas y sin posibilidad alguna de buscar una cooperación. Ese Rajoy asusta un poco, porque parece más limitado de lo que seguramente es, porque repite la lección aprendida en una verborrea demagógica y populista que quiere hacer pasar por razones de perogrullo lo que no son más que tres ideas ultras y además sin salida a la vista. Por cierto, ya que pactaron todo, de cara al segundo debate sería bueno que sus asesores obligaran al realizador, ya que pueden, a retirar los primeros planos, porque don Mariano asusta con esa bizquera que le hace aún más visible esa cara de pasmo que luce a todas horas.
Y que decir de ZP. No estaba a gusto. Se le notaba porque ni siquiera apoyaba la espalda en el respaldo, estaba demasiado echado hacia adelante y más que mostrar firmeza parecía a la defensiva, con los brazos en alto para parar los golps. No tuvo su mejor noche Zapatero. Porque esgrimir como un rosario sus logros, que los ha tenido, también aburre. Son conocidos. Estuvo hábil no entrándole al trapo de la inmigración que insistentemente le tendía Rajoy, pero dejó dos o tres preguntas y acusaciones sin contestar, algo que no debió permitirse. Aparte de la cantinela del terrorismo, con la que tanto han calentado el patio los populares estos cuatro años, Zp no hizo ni caso a la pregunta que por dos veces el hizo Rajoy y que sí merece una contestación: qué va a hacer ante la convocatora de una consulta de autodeterminación del País Vasco en octubre próximo. Y lo que fue tremendo es que no supo defenderse, o no quiso, cuando Rajoy le llamó una y otra vez metiroso y le acusó de agraviar e insultar a las víctimas del terrorismo (seguramente, por cierto, las víctimas mejor tratadas en este mundo). Quedó mal, porque parecía desfondado, y no supo aprovechar los momentos tontos de Mariano, como cuando no sabía ni siquiera lo que era un bonobús y ponía aquella cara de perplejidad tan memorable.

No me gustó el debate. No me gustan las interpretaciones que he escuchado anoche y esta mañana. Fue un coñazo. Se tiraron de lo pelos como dos colegiales, hablando del pasado (del que ya nos tienen hartos después de cuatro años con lo mismo) y fueron incapaces de contarnos que planes tienen para el futuro inmediato. Y, lo que es peor, me temo que el próximo lunes tendremos más de lo mismo. Y, lo que es aún peor, volveré a picar y a tragarme el bodrio como harán otros muchos. Y es que mal de muchos....

Salud