CUBA
Bueno, Cuba comienza a desvincularse poco a poco de Castro, aunque no está claro si también del castrismo.Se va Fidel, marcando su propio ritmo, y sumiendo al país en todo tipo de cábalas sobre el futuro inmediato. Cuando se conozca a su sucesor en la presidencia del país, si finalmente es o no su hermano Raúl, quizá podrímos tener una idea de hacia dónde va el régimen: si hacia una evolución hacia la democracia o hacia una renovación o remozamiento del mismo sistema.
Me imagino que los cubanos estarán tan despistados como el resto de los mortales, porque no es fácil imaginar una Cuba sin Castro. No cayó en las imnumerables conspiraciones de Washington y sus protegidos, ni en el desmoronamiento de los regímenes comunistas durante los noventa, con la caida del telón de acero, y probablemente el castrismo no desaparecerá tan rápido como quisieran en el poderoso vecino del norte. Porque Cuba, su revolución, es, o lo parece, otra cosa. Se ha construido (malconstruido, para ser más exactos) a base de estrecheces y amenazas exteriores y con la voluntad férrea de un buen número de cuibanos. Desde luego las similitudes con otras dictaduras, pogamos por ejemplo la de Franco, acaban justo en la figura del dictador. Para dentro fue, es, un desastre en muchas cosas, y modélico en otras. Para fuera fue el estandarte de varias generaciones de la izquierda, hoy casi todas desenganchadas del mito. El castrismo, en todo caso, fue distinto. No entra del todo en la calificación de simple dictadura comunista, aunque tenga todos los vicios y desastres de las mismas, ni por ello se puede ser benevolente. Porque hubo estragos con los derechos humanos, y muchos cubanos sufrieron y padecieron la represión y decenas de miles que tuvieron que irse el exilio, algunos en heróicas travesías por las procelosas aguas que les separan de la Florida. Sin recurrir a los manidos modelos de sanidad y educación, de los que tanto han presumido, de la revolución cubana hay que rescatar otros ejemplos, como el de la solidaridad internacional, de la que saben bastante en algunos países latinoamericanos y africanos. Y hay que subrayar también la bravura que les ha permitido sobrevivir, a las puertas mismas del "paraiso USA" defendiendo un modelo radicalmente distinto.
No sé que va a pasar en Cuba. Pero sería de agradecer que en la inevitable transición se salven algunos muebles, construidos con tanto sacrificio, y se evite que la isla acabe convertida en un gran balneario de pulseríta todo incluido y de especulación zafia, como seguro esperan algunos de los atrincherados en Miami, que llevan ya un tiempo desgastándose las manos de tanto frotar esperando ponerse las botas.
Cuba se merece algo mejor qe la continuidad de una dictadura que hace mucho tiempo hace aguas y que una alternativa de furibundos revanchistas patrocinada por Washington.
Salud
Me imagino que los cubanos estarán tan despistados como el resto de los mortales, porque no es fácil imaginar una Cuba sin Castro. No cayó en las imnumerables conspiraciones de Washington y sus protegidos, ni en el desmoronamiento de los regímenes comunistas durante los noventa, con la caida del telón de acero, y probablemente el castrismo no desaparecerá tan rápido como quisieran en el poderoso vecino del norte. Porque Cuba, su revolución, es, o lo parece, otra cosa. Se ha construido (malconstruido, para ser más exactos) a base de estrecheces y amenazas exteriores y con la voluntad férrea de un buen número de cuibanos. Desde luego las similitudes con otras dictaduras, pogamos por ejemplo la de Franco, acaban justo en la figura del dictador. Para dentro fue, es, un desastre en muchas cosas, y modélico en otras. Para fuera fue el estandarte de varias generaciones de la izquierda, hoy casi todas desenganchadas del mito. El castrismo, en todo caso, fue distinto. No entra del todo en la calificación de simple dictadura comunista, aunque tenga todos los vicios y desastres de las mismas, ni por ello se puede ser benevolente. Porque hubo estragos con los derechos humanos, y muchos cubanos sufrieron y padecieron la represión y decenas de miles que tuvieron que irse el exilio, algunos en heróicas travesías por las procelosas aguas que les separan de la Florida. Sin recurrir a los manidos modelos de sanidad y educación, de los que tanto han presumido, de la revolución cubana hay que rescatar otros ejemplos, como el de la solidaridad internacional, de la que saben bastante en algunos países latinoamericanos y africanos. Y hay que subrayar también la bravura que les ha permitido sobrevivir, a las puertas mismas del "paraiso USA" defendiendo un modelo radicalmente distinto.
No sé que va a pasar en Cuba. Pero sería de agradecer que en la inevitable transición se salven algunos muebles, construidos con tanto sacrificio, y se evite que la isla acabe convertida en un gran balneario de pulseríta todo incluido y de especulación zafia, como seguro esperan algunos de los atrincherados en Miami, que llevan ya un tiempo desgastándose las manos de tanto frotar esperando ponerse las botas.
Cuba se merece algo mejor qe la continuidad de una dictadura que hace mucho tiempo hace aguas y que una alternativa de furibundos revanchistas patrocinada por Washington.
Salud
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