COMETAS EN EL CIELO

Intentando evadirmos del ruido y la furia que nos rodea (¡estamos en precampaña electoral en tantos sitios!) conviene alejarse un poco para no perder la perspectiva y de paso fijarse en lo que es realmente importante (esto último me lo tengo que mirar, porque me suena a coletilla Rajoy). Y digo que más allá de la palabrería, en muchos casos gratuita, cuando no ofensiva, hay otros mundos, otras realidades de las que no deberíamos pasar. Más que nada porque hay quien tiene mucho interés en montar ruido en torno a ellas y confundirlas con sus bajas pasiones ( o intereses políticos, que para el caso es lo mismo).
Este preámbulo viene a cuento porque acabo de leer "Cometas en el cielo", una novela, sí novela, que retrata la tragedia de Afganistán, ese país lejano en el que todos meten baza y nadie arregla nada. Es un país raro, y sus habitantes también. Lo dice Khaled Hosseini que, sin duda, ha dejado mucho de sí mismo, con este disfraz novelero, para acercarnos un drama al que no se ve fin. La mirada de un niño siempre simplifica las cosas, pero les da el valor real que tienen. Y ahí tenemos la amistad, el odio, el miedo y la cobardía, la soberbia, la altanería, la emulación, el desprecio, la miseria humana y económica, la tiranía personal y política y la incapacidad para entender nada de lo que pasa.
Es Afganistán en primera persona, no en la de los soviéticos, los talibanes, los señores de la guerra, los Karzais, los norteamericanos, los otanianos...No. Afganistán con los pies en el suelo polvoriento. Afganistán el de las castas y las clases. El de la riqueza y la extrema pobreza. El de sunies y chiítas. Es una novela que nos acerca a esa llaga que no acaba de cerrarse y que arrasa vídas, anula futuros, y demuestra que, contra lo previsible, se puede sobrevivir entre tanto horror y, en el mejor de los casos, tener otra oportunidad, en otro sitio, lejos, aunque sean los USA.
Me lo regaló, con emoción, un colega, Rafa Bermejo, director del diario Directo (a las 14 en Radio1- RNE), que vive las lecturas como el trabajo y transmite esa pasión en todo lo que hace. Se lo agradezco porque se me había pasado por alto y tuvo, no se si tiene, problemas de distribución. Y contribuyo a recomendarlo. Es de esa editorial magnífica, Salamandra, que nos regala una joya en cada título que publica(en este punto la editorial debía tomar nota y enviarme algo, ya que soy uno de sus mayores propagandistas...). Lo sugiero además para que tengamos siempre muy claro, y renovemos la convicción, de que hay otros mundos y que están ahí fuera. Sólo hay que mirar con un poco de atención.

Salud