JAPÓN: SAKURA

Hay ocasiones envidiables y la que viven estos días los japoneses es una de ellas. Se repite cada año, pero no por ello son esperadas con menos impaciencia y son disfrutadas día a a día y hora a hora. Los cerezos, de los que existen decenas de variedades, han florecido, y de norte a sur del país millones de personas buscan el momento para ir a contemplarlos en los parques, en los alrededores de los santuarios, a las puertas de los edificios oficiales o en los pequeños jardines privados. Los sakura están en flor y los japoneses viven estos días contemplando lo efímero de un fenómeno que, poniéndose trascendente, es una parábola de la vida misma. El hanami, la contemplación de los cerezos y otros árboles en flor, es una tradición centenaria, sino milenaria, en Japón, aprovechada a veces con intenciones nacionalistas, pero vista las más como un período de renovación vital, de fiesta para compartir con familia y amigos. Y es que los parques de las grandes ciudades se llenan cada noche de miles de personas que con mantas o lonas contemplan los cerezos iluminados, sus flores blancas o rosadas, mientras comparten la cena. Todo un ritual que se toman muy en serio. De hecho la televisión anuncia cada día el estado de la floración, marca la sakura senzen, la línea que avanza de sur a norte lentamente marcando el punto álgido de la misma. En muchos hoteles y lugares públicos hay paneles que anuncian el momento en que se encuentra y los parques o puntos de la ciudad donde está más avanzada. La sakura pone fin al duro invierno japonés y marca el inicio de muchas actividades en el país. He tenido la oportunidad de ver su inicio hace unos días, y estas dos fotografías son sólo una muestra de un fenómeno maravilloso que conmueve y moviliza a millones de personas en el país del Sol Naciente.

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