De graciosillos

Conviene no perder detalle de la foto. El de la derecha es un conocido empresario, presidente de la diputación de Castellón, visitador cotidiano de juzgados y con unas gafas que inmortalizan su impasible ademán para enfrentarse a las acusaciones de fechorias que llueven un día sí y otro también sobre su actuación en la susodicha provincia. El de la izquierda, un amigo del alma, es a la vez presidente del gobierno autónomo , Generalitat, de Valencia. Es un tipo aparentemente endeble y digo aparente porque la historia corta le ha revelado como un habilidoso jugador en la política ¡hasta el punto de vencer al correoso Eduardo Zaplana¡.
Es hoy por hoy el político con más poder en Valencia, con permiso y apoyo de su amigo de la foto, y aspirante descarado a pesar fuerte en el PP nacional y, si es preciso, desembarazarse de su líder, el amigo Rajoy, a la primera de cambio.
Pero más allá de sus habilidades en las bambalinas de la política a mi me ha sorprendido su vena humorística, o mejor dicho graciosilla. Resulta que el hombre este no está dispuesto a que le deje atrás su colega madrileña Esperanza Aguirre y puestos a echarle pulsos al gobierno le ha salido su vena más graciosa.
Ya me he ocupado aquí del asunto ese, que más parece una desgracia, de la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Pues bien, el señorito, para no ser menos que doña Esperanza, ha decidido también abrir el paraguas de la objeción de conciencia, amparándose en una sentencia favorable del Tribunal Superior de Justicia de Andalucia, e ignorar, como la Aguirre, sentencias desfavorables de otros tribunales igualmente superiores. El asunto tendrá su recorrido en los juzgados hasta que se restablezca la razón pero mientras tanto el amigo Camps nos ha dejado una perla digna de figurar en los anales de los mayores dislates. No sólo invita a los valencianos a objetar la susodicha asignatura, amparándose en no sé que valores, sino que además , para quien la quiera, la recibirá en inglés. Nada que objetar, todo sea a mayor gloria de la lengua de Shakespeare que tan preocupados nos tiene. Nada que objetar, digo, si no fuera una burda maniobra para, por la vía de los hechos, impedir que se imparta la dichosa Educación para la Ciudadanía. Y es que ni a corto ni a medio plazo hay profesores suficientes en la comunidad Valenciana para enseñarla en inglés, ni el alumnado tiene nivel suficiente para afrontarla en esa lengua.
Se trata pues de una burla y una chufa más a una ley estatal y al gobierno, con la sonrisa cómplice de la iglesia católica. Yo me atrevo a sugerirle desde aquí al señor Camps que, dada su preocupación por las lenguas, quizá debería imponer en su comunidad que la asignatura de religión católica, para quien la quiera recibir, se imparta desde ahora en Latín. Una lengua clásica que sirve para todo, que además es la oficial del Vaticano, y que sin duda tendrá la aprobación de los purpurados. Me encantaría ver el nivel de asistencia a esas clases: incluso apoyaría que se incluyera en el curriculum obligatorio. Sería el despelote,¿que no?.

Salud