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martes, julio 01, 2014

EL ABORTO DE GALLARDÓN


Entre los fallos que tiene nuestra vapuleada democracia está, sin duda, la incapacidad, por falta de mecanismos, para impedir que un extremista nos imponga a todos sus cacicadas. Y ese es precisamente el caso del actual ministro de Justicia, Gallardón, un extremista que durante un tiempo se presentó bajo piel de cordero e incluso engañó a algunos grandes medios que no dudaron en señalar su enorme valor como futurible líder. Pero no hay nada mejor que darles un poco de poder a estos extremistas para que saquen a la luz sus esencias.
El exalcalde madrileño, que ya hizo de las suyas como regidor de la capital, se ha destapado desde que llegó al gobierno. Su padrinazgo está detrás de algunos de los proyectos más polémicos de este anodino gobierno que lidera Mariano Rajoy. Pero el culmen de su obra está por llegar: ese trabado y trabajoso proyecto de ley del aborto que presentó en diciembre y que ahora pretende formalizar aprovechando la canícula, y con ella el descuido de la mayoría de los ciudadanos.
El modelo sobre el que se apoya el ministro es un ejemplo impecable de marcha atrás. Una contrarreforma en toda línea que apesta a credo religioso ultra y que parece que sólo cuenta con el apoyo de los más radicales de la curia.
En fin, se ha escrito tanto sobre el proyecto que detenerme en él sería perder el tiempo. Sólo subrayar que es mas restrictivo que el aprobado en 1985 y, por supuesto, a años luz del que aprobó el anterior gobierno de Zapatero.
Ni las manifestaciones masivas en las calles, ni las opiniones de organismos jurídicos y sociales, ni las encuestas que dan un sesenta por ciento de apoyo a la actual ley, paran a este energúmeno ultra. Está decidido a navegar en contra, monta citas provída en pleno parlamento, y se envuelve en la defensa del nasciturus mientras su gobierno deja sin apoyo a miles de ya nacidos, abocados a una vida sin perspectivas de futuro y llena de miserias.
El beato Gallardón ha decidido salvarnos a todos, a su manera, muy falangista por cierto. Nos impone sus creencias a pesar de ser este un estado aconfesional y se lleva por delante un derecho tan elemental como es el de las mujeres a ser o no ser madres.
Le importa un comino a Gallardón que, junto a otros meapilas gubernamentales, arrolla con su fundamentalismo trasnochado. Para que recordarle que una ley de aborto de plazos o libre no le impone a nadie abordar, como la de divorcio no obliga a nadie a divorciarse, ni la del matrimonio homosexual no obliga a nadie a ser gay o casarse.
Las estupideces de este señor pueden marcar toda una época. Por supuesto se enmendarán más adelante, pero el daño ya queda hecho.
Una pena de país que, estando como estamos, se permite tener a semejante personaje en el gobierno. Y además bien blindado, con su aforamiento y todo.
Siempre nos queda el espejo francés en el que mirarnos: qué envidia, allí hasta detienen a ex-jefes del estado para interrogarles por corrupción. Lo siento Sarkozy, pero en este caso hasta nos sirves de ejemplo...
En fin, la pesadilla pasará. Pero mientras tanto no nos queda otra que aguantarle. Esperemos que por poco tiempo. Salud

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