La España debilitada

Últimamente todo parece convertirse en un culebrón, en el que el gobierno Zapatero aparece desconcertado y sin soluciones, la oposición va de lista y de sabérselo todo pero aparte de críticar no desvela salidas, y luego hay terceros que se aprovechan y burla que te burla. Lo de la España debilitada no va por ese aviso de la previsible rebaja de la confianza en la deuda española, que podría ser, sino por la serie de episodios que dejan al gobierno exhausto y la imagen de nuestro país hecha trizas, como si no tuvieramos respuestas y se hubiera montado toda una cola para extorsionarnos y ridiculizarnos en la escena internacional. Qué vamos a contar del Alakrana, o de los cooperantes barceloneses secuestrados en Mauritania por la rama local de Al Qaida. Pero, como no podía ser de otra manera, hay que detenerse en el caso de la saharaui, que no marroquí, Aminetu Haidar, que lleva ya un porrón de días en huelga de hambre en un cuchitril del aeropuerto de Lanzarote. ( Por cierto, acabo de hacer una pausa para comer unos pistachos, porque sólo hablar de la huelga de hambre, se me abren las carnes..).

Aminetu Haidar no es inocente, no vamos a ser tan ingenuos. Su gesto en El Aiun era una clara provocación al ocupante marroquí y la respuesta era previsible, excepto para los policias del aeropuerto de Lanzarote, a donde la rebotaron, que, con más reflejos, podrían haber la devuelto a la capital saharaui en un peloteo que probablemente hubiera igualado las cosas. Pero los hechos son los hechos y Haidar se quedó en Lanzarote, sin pasaporte y decidida a montar un buen número, lo ha logrado, que ha movilizado medios y conciencias.

Y es que el incidente Haidar no es más que un episodio en el desastre del abandono español del Sahara. De aquella huída vergonzosa, de aquella bajada de pantalones antes Marruecos, estos lodos. Porque más allá de todas las razones de Haidar, que las tiene, el fondo del asunto es que Marruecos se extralimita, ocupando un territorio que no es suyo e imponiendo sus normas a unos ciudadanos que no son marroquíes, y el tiempo les quitará la razón, porque bestias mayores cayeron.

La otra arista del asunto es el papelón del gobierno español. Acomplejado una vez más ante Rabat, que ha encontrado un filón en este asunto, no se atreve a levantar la voz y poner las cosas en su sitio. Hay miedo desde que el vecino reino alauita se deje de colaborar en asuntos tan complejos como la contención de la inmigración ilegal o el tráfico de drogas. Sin olvidar además Ceuta y Melilla y los peñones sueltos por allí. Así que asustado, el gobierno se escuda en la vía diplomática y espera, de esperanza, que alguien, Estados Unidos, Francia, quien sea, le saque del atolladero. Pero Marruecos cree que tiene la sartén por el mango, de ahí que no ceda y se atrinchere en su actitud chulesca, convencido de que España no se atreverá a dar ni un solo paso que les incomode. Y es una pena, porque España asume ahora la presidencia de la UE y justo ahora se negocia con Marruecos una ampliación de ese trato preferencial que tantos recursos le proporciona.

En el lenguaje internacional se hablan muchas lenguas, pero hay una que entiende todo el mundo, y es la de la firmeza. Pero hay que creérselo. Y es que, a veces, la vía diplomática en exclusiva no sirve.

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