IRAQ IRAK

Ayer asistimos, desde la distancia, a una de esas visitas sopresas que, sobre todo los norteamericanos, prodigan de cuando en cuando a Iraq, mejor dicho a la zona supersegura de Bagdad, porque a ver quien es el listo que se da un baño de multitudes por las calles. El esperado y visto ayer fue nada menos que el sr. Bush. Bueno, tal y como lo presentaron los medios de comunicación pareciera que el actual inquilino de la Casa Blanca estaba haciendo una valentonada, cuando en realidad llegó bajo el máximo secreto y no pisó más suelo iraquí que el de la fortaleza de la zona verde bagdadí.

No sé que sentido tienen esas visitas sorpresa, que cuestan una pasta gansa, paralizan la ya castigada Bagdad y no parecen ir más allá de un gesto puramente propagandístico, ahora que las encuestas ponen al sr. Bush a caer de un burro, permítaseme la expresión castiza. Lo que está claro es que el conflicto iraquí, esa guerra ya civíl que vive el país, no tiene solución a corto plazo. Desde luego no con gestos prepotentes como los de ayer, donde un mandatario extranjero (¿o es que no lo es?) impone su agenda a todos: militares y flamante gobierno iraquí, para sacarse la foto de rigor y volver a los USA colgándose vaya usted a saber qué medallas.

Pobres iraquies. Y no lo digo desde la conmiseración propia de los conservadores, sino constatanto la cruda y violenta realidad diaria. Porque no nos engañemos. El hecho de que las tropas norteamericanas se hayan apuntado un tanto matando al terrorista Zarqawi no cambia sustancialmente las cosas. Ya tiene sustituto, que amenaza igual que el anterior y que ha tomado la precaución de no difundir su fotografía para dificultar su localización. Si además recordamos que, según estimaciones del propio mando norteamericano, los atentados de Al Qaeda en Iraq, con todo lo aparatosos que son, no representan más que el cinco por ciento de la violencia total, las cosas no pueden más que ir a peor.

Lo grave de todo esto es que nos estamos acostumbrando a conocer, día tras día, el terrible balance de muertos, entre veinte y cincuenta, sin que ya tengamos capacidad para sorprendernos. Desgraciadamente los muertos se convierten en rutina, en puro número, que cada día que pasa nos dice menos. Y lo peor del asunto es que nadie dice nada sobre la tragedia. Al amigo americano se le permiten todos los desmanes, y en Occidente cada vez miramos más hacia otro lado para no ver Guantánamo, ni los vuelos de la Cía, ni los desmanes israelies contra los palestinos.....No sólo no criticamos, sino que no nos atravemos a plantear alternativas y soluciones.

Lo de Iraq es, sin duda, un avispero de difícil solución, que no pasa necesariamente porque se vayan los norteamericanos. Pero este fracaso de todos debería servirnos para plantearnos de una vez levantar la voz y decirle a Washington que las cosas no tienen que ser necesariamente como ellos pretende y que hay caminos, que no atajos, que puden ayudar a encontrar acuerdos, aunque sea con personajes tan cerriles como Hamás, los ayatollhs iranies y gente de la misma calaña, descartados, por imposibles los ben laden y compañía.

Hecho el desahogo, cierro el quiosco. De momento.

Salud