CUADERNO DE VACACIONES 3.- LECTURAS
Tendidos en la playa y visto lo poco apasionante del personal en derredor, mejor sumergirse en la lectura. Primero abordé la última de Irvine Welsh, Porno, de nombre engañoso, aunque no tanto y que está en la línea de la temática durísima del autor escocés. Se trata de la última entrega del autor de Trainspotting, que sigue teniendo más o menos los mismos protagonistas que esta, y a los que ya recurrió en otras novelas de títulos tan sugerentes como Extasis, Escoria o Cola, y en las que retrata primera juventud, juventud y madurez de una panda de descerebrados o perdedores, como se les quiera llamar, de los barrios bajos de Edimburgo y Glasgow. En Porno las drogas forman parte ya de la vida cotidiana, como el comer, pero los protagonistas andan ahora enzarzados en burlar a la policia, dar pequeños palos y dar rienda suelta a ideas peregrinas como hacerse productores de la millonaria industria del porno. Welsh no hace concesiones en las casi seiscientas páginas de la edición española, en la que describe con toda crudeza la vida cotidiana de unos personajes que intentan chupar lo que pueden desde el extrarradio social. Es dura, desagradable a veces y con poco morbo, por si alguno cree que el título es para un relato porno al uso. Cuesta digerirla en el plácido ambiente de la playa, pero entre cerveza y chapuzón va cayendo.
Para compensar, y casi en paralelo, he leido otra novela mucho más light: Una historia en bicicleta, de Ron McLarty. Todo un fenómeno editorial en Estados Unidos, por causas que desconozco. La novelita se lee de un tirón, plantea el reto de un tipo desconcertado por la muerte de padres y hermana que, con el lastre de un peso que supera los cien kilos, se lanza a un viaje de punto a punta por Estados Unidos que, además de rebajarle kilos, le va a poner en su sitio las cosas. Tiene algún momento hilarante y poco más. Si no se tiene algo mejor a mano, puede leerse.
Pero quizá lo que más me gusta de las vacaciones es la distancia con la que lees los periódicos. Las secciones en las que detienes, las más frívolas, que ahora desplazan casi la atención de los grandes titulares. Y es una lástima, pero desde la playa, o ante una jarra de cerveza en una terraza, todos los follones de este verano los ves con más indiferencia. En mi caso creo que sólo llegaron a impresionarme las fotos que publicaban los periódicos sobre Líbano, y que conseguían expresar la magnitud de la tragedia y lo desaforado de la actuación israelí.
Salud
Para compensar, y casi en paralelo, he leido otra novela mucho más light: Una historia en bicicleta, de Ron McLarty. Todo un fenómeno editorial en Estados Unidos, por causas que desconozco. La novelita se lee de un tirón, plantea el reto de un tipo desconcertado por la muerte de padres y hermana que, con el lastre de un peso que supera los cien kilos, se lanza a un viaje de punto a punta por Estados Unidos que, además de rebajarle kilos, le va a poner en su sitio las cosas. Tiene algún momento hilarante y poco más. Si no se tiene algo mejor a mano, puede leerse.
Pero quizá lo que más me gusta de las vacaciones es la distancia con la que lees los periódicos. Las secciones en las que detienes, las más frívolas, que ahora desplazan casi la atención de los grandes titulares. Y es una lástima, pero desde la playa, o ante una jarra de cerveza en una terraza, todos los follones de este verano los ves con más indiferencia. En mi caso creo que sólo llegaron a impresionarme las fotos que publicaban los periódicos sobre Líbano, y que conseguían expresar la magnitud de la tragedia y lo desaforado de la actuación israelí.
Salud
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home